Doctrina de los Angeles de la Guarda



La doctrina del Antiguo Testamento concibió a los ángeles como ministros de Dios que realizan sus órdenes. Incluso los niños pequeños tienen ángeles de la guarda, y se considera que estos mismos ángeles tienen que satisfacer una misión en la Tierra.
Entre las menciones que el Nuevo Testamento hace de la doctrina de los ángeles de la guarda, podemos recordar al ángel que socorrió a Cristo en el jardín, y al ángel que liberó a San Pedro de la prisión. Hebreos 1:14 manifiesta más claramente esta creencia, explicando que su función es conducir a los hombres al Reino de los Cielos



Por su parte, Santo Tomás nos enseña en su Summa Teológica ó Summa Theologiae que las órdenes inferiores de ángeles son enviadas a los hombres. No sólo a aquellos bautizados, porque todas las almas cuentan con este custodio.

Se dice que nuestros ángeles de la guarda pueden actuar sobre nuestros sentidos y sobre nuestras imaginaciones. Sin embargo, no pueden influenciar nuestras voluntades. Finalmente, no se separan de nosotros después de la muerte, sino que permanecen con nosotros en el Paraíso, luego de habernos ayudado a lograr la salvación. Estas afirmaciones aparecen en los Salmos y en Colosenses.

RECORDATORIO DE LOS ÁNGELES

Esta fiesta religiosa, como muchas otras, fue una celebración local antes de ser incluida en el calendario romano. No era uno de los recordatorios conservados en el Breviario de Pian, publicado en 1568, pero entre las peticiones más tempranas de las iglesias particulares se permitirá la celebración canónica del mismo.

En el libro Histoire du Breviaire de Bäumer se indica que Toledo recibió la autorización de Roma, y que Valencia también obtuvo la aprobación en febrero de 1582 para celebrar la ofrenda de sangre de Cristo y de los ángeles de la guarda.

Más tarde, Paulo V agregó el 27 de septiembre de 1608 la fiesta en el calendario general, dando impulso a la veneración de los ángeles. Desde entonces, se incluyó en el breviario y en los misales romanos, que contienen todos los fragmentos de las Sagradas Escrituras concernientes a la misión de los ángeles, las alabanzas a Dios y la mención a su labor como mensajeros: Elogiemos al Señor al que los ángeles alaban, que los querubines y serafines proclaman Santo, Santo, Santo. (segunda antífona de alabanzas)

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